El agua y los ancianos – Agua, una declaración de vida sana

Hemos visto que mantenerse bien hidratado hoy en día no parece difícil, pero para una persona mayor no es tan fácil detectar síntomas de deshidratación como en cualquier otra persona. A medida que se envejece, el estímulo de la sed se va reduciendo y, por lo tanto, es fácil que el cuerpo se deshidrate con consecuencias que en un anciano pueden resultar peligrosas. La mejor medida a tomar en un anciano contra este problema es el siguiente:

Una correcta hidratación en el anciano:

  • Mejora las condiciones cardio-circulatorias
  • Ayuda a prevenir los cálculos renales
  • Mejora la nutrición de la piel
  • Ayuda a la digestión y previene el estreñimiento
  • Favorece la agudeza mental
  • Reduce la sensación de fatiga y mejora el tono muscular

Posibles síntomas de deshidratación en un anciano:

 Escasa lucidez mental, cefalea, piel laxa, sensación de fatiga, boca seca y sed. La deshidratación del anciano puede agravar las patologías existentes y constituye un factor de riesgo de enfermedades de y de muerte.

 En verano una persona anciana debe tener más cuidado aún con el problema de la hidratación. Las altas temperaturas elevan la temperatura corporal, pudiendo dar lugar a la temida crisis hipertérmica. El programa de hidratación para el anciano debe integrarse íntimamente con el de alimentación:

La alimentación en el anciano:

  • Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra, como verduras, fruta y pan.
  • No debe ser nunca excesiva en cantidad. Es mejor hacer varias comidas ligeras que pocas y abundantes. Lo mejor es reducir la cena para favorecer el reposo nocturno.
  • Limitar el uso de la sal, si es preciso, sazonar las comidas con cantidades moderadas de ajo, cebolla, pimienta y otras especias.
  • Reducir los alimentos muy calóricos, como fiambres, quesos grasos, carne de cerdo y dulces.
  • Limitar el consumo de café y bebidas alcohólicas como vino o cerveza. Evitar totalmente los licores y destilados.
  • Preferible alimentos sencillos y genuinos, fáciles de digerir.

 A menudo las personas ancianas, viven en soledad, dejando de lado en muchas ocasiones su propia salud. Esto influye en una alimentación carente de todo lo necesario y por supuesto, una hidratación insuficiente, que sumado al funcionamiento insuficiente del estimulo de la sed y a la termorregulación menos precisa que la de una persona de menor edad, dan como consecuencia unas condiciones favorables a la deshidratación y a poder sufrir muchas patologías derivadas de esta, que pueden llegar a ser muy perjudiciales para la persona. Por ello, los parientes y allegados, la estructuras de sanidad pública o de voluntariado deben asistirlos tanto en la nutrición como en la hidratación, así como el alimentario, ha de estar supervisado por el médico de cabecera, que conoce al paciente y puede prestarle asistencia no solo sanitaria, sino también psicológica.

Es bueno, que el anciano disponga de agua de buena calidad, barata, y fácil de servirse.

Las personas ancianas suelen ser reacias a beber toda el agua necesaria porque ello las hace orinar más de lo habitual, algo que no siempre acogen de buen grado porque muchos sufren de incontinencia urinaria. Este problema debe afrontarse y resolverse con la persona interesada, en el marco de un plan general de asistencia al anciano con la supervisión de un médico geriatra. Otra variable importante para elaborar un programa de hidratación es el estado de salud. Algunas enfermedades, como la hipertensión, la descompensación cardiaca o la insuficiencia renal, requiere el establecimiento de un equilibrio hídrico muy preciso. El médico puede estimular el hábito de hidratarse correctamente prescribiendo, cuando las condiciones clínicas lo indiquen, algunos días en una estación termal.

En conclusión, el médico debe elaborar el programa de hidratación teniendo en cuenta el estado de salud, el peso, la temperatura exterior y el grado de actividad física realizada, recomendando en general las siguientes normas:

  • No esperar a tener sed para beber.
  • Tomar sopas y caldos en las comidas.
  • Beber un vaso lleno de agua durante las comidas, mientras se ve la televisión y antes de acostarse.
  • Reponer de inmediato las perdidas de líquidos debidas a vómitos o diarreas.
  • Limitar el consumo de café, té y bebidas con cafeína.
  • Informarse de los efectos de algunos fármacos, como los diuréticos.
  • Beber abundante agua después de una caminata u otra actividad física.

Puntos más importantes:

  • Los ancianos no tienen tiempo, o sencillamente no quieren preocuparse por si mismos y dejan de lado la salud.
  • El estímulo de la sed no funciona igual que en el resto de la gente, lo que dificulta la detección de la necesidad.
  • Una causa de deshidratación en los ancianos son los diuréticos, que a menudo se emplean en tratamientos prolongados para la hipertensión arterial.
  • El médico de cabecera, debe solucionar su problema de planificación de nutrición e hidratación y concienciarlo de la importancia de mantenerse hidratado a esa edad.

El plan de hidratación del anciano ha de tener en cuenta sus condiciones de salud, patologías crónicas existentes, pero corporal, actividad física realizada y condiciones climáticas.