Agua y los niños – Agua, una declaración de vida sana

Al igual que pasa en los adultos, los niños también necesitan estar bien hidratados. Lo que ocurre es que hay que inculcar el hábito de beber agua con regularidad, algo que los niños deben imitar de los padres, profesores y familiares en general. En la escuela, los niños adquieren modelos de comportamiento que pueden influir en sus pautas de vida futuras y aprenden los principios de una correcta alimentación e hidratación.

Hay dos efectos importantes de la deshidratación: el agudo, que provoca una reducción del rendimiento mental y físico, y el crónico o a largo plazo, que puede causar problemas de salud o enfermedades. Normalmente cuando hablamos de consejos para llevar una vida sana y realizar una buena dieta, se habla siempre de comida, pero no de agua. Hemos visto que el agua es vital para mantener una dieta equilibrada y una buena salud. La mayoría de los docentes y padres no conocen su propia necesidad de beber agua suficiente, por lo cual no son capaces de concienciar a los niños sobre la importancia del agua para mantener la salud. Tanto padres como profesores, deberían concienciar a los niños a beber agua regularmente y a mantenerse hidratados correctamente, aunque esto es difícil si antes hay que concienciar previamente a los adultos. A los jóvenes que realizan actividades deportivas se les permite beber al final de la práctica, pero estudios recientes han demostrado que es conveniente beber antes, durante y después de ella. Esta regla vale para cualquier actividad física, aire libre o en el gimnasio, en invierno o enverado. Pero, aunque se persuadiera a los chicos de que han de beber más, muchas escuelas tendrían dificultad para satisfacer esta demanda porque el acceso a las fuentes de agua es inadecuado. En muchos institutos no se permite a los alumnos salir durante la lección para ir al lavabo y beber. Esto puede ser ventajoso para mantener la disciplina, pero no es correcto desde el punto de vista higiénico porque la deshidratación pueda acarrear numerosas enfermedades, como infecciones urinarias- particularmente en las chicas. Y cálculos renales. La deshidratación, por muy baja que sea, disminuye la concentración del estudiante.

Los médicos deportivos aconsejan que los niños y adolescentes aumenten marcadamente el consumo de agua según la actividad física realizada. En invierno se pierde más líquido a causa de la temperatura exterior y de la sequedad que provoca la calefacción. Quizá se piense que un niño tiene que tomar menos agua que un adulto, pero se recomienda prácticamente la misma cantidad de agua que una persona mayor al día. Recientes estudios demostraron que la mayoría de los escolares esta muy por debajo en la media de consumo diario de agua para un adolescente. Esto es ciertamente preocupante, si no olvidamos que el cuerpo entero necesita agua para cualquier función que realice por pequeña o grande que sea; como la regulación de la temperatura, el transporte de oxígeno y nutrientes a la sangre, eliminación de desechos, lubricación de las articulaciones y protección de órganos y tejidos.

 Tampoco debemos e olvidar que la deshidratación afecta más rápidamente a los niños que a los adultos y que en caso de deshidratación de un niño su temperatura puede aumentar considerablemente en poco tiempo. Los niños, por lo tanto, están más expuestos a los efectos negativos de la deshidratación. Los niños que no son incitados a beber en el hogar y en la escuela, y que no tienen libre acceso al agua o a otras bebidas en el ambiente escolar, pueden sufrir cada día una deshidratación de media a moderada.

 Los niños que realizan una actividad deportiva, por ejemplo por la tarde, pueden también perder mucho líquido durante el día y deshidratarse durante el esfuerzo físico de la tarde, sufriendo así el riesgo de padecer un golpe de calor, ya que la termorregulación funciona peor en los niños que en los adultos. Por ejemplo, un niño que en el desayuno toma solamente leche y cereales, y que consume 250 ml de agua en la comida, por la tarde puede haber perdido hasta un 20% de su rendimiento. Si hace alguna actividad física, o si el clima es muy caluroso, la deshidratación puede superar el 2% de su masa corporal.

 Los niños, además de estar más indefensos a la deshidratación por estos factores, tienen otros que se le suman. Los niños pueden llevar dietas con mucha sal, lo que deshidrata más aún. Los niños también están expuestos al riesgo de deshidratación porque su mecanismo de la sed es inmaduro y poco indicativo, y se activa cuando la deshidratación ya está en curso. Por esto es necesario que los niños tengan acceso fácil y cómodo a fuentes y a suministros de agua potable, y de calidad. En algunas escuelas del Reino Unido y de otros países del mundo, los estudiantes pueden beber agua en clase para aumentar su atención y su capacidad de concentración. También ha de educárseles, en sus comportamientos alimentarios, la ingesta de agua en lugar de bebidas gasificadas, azucaradas o con cafeína. Para que así sea, el agua de ser buena y rica. Muchas escuelas podrían instalar dispensadores de agua de buena calidad para incitar a los niños a beber. Si lo analizamos, mucha gente bebe más agua en verano, porque esta fría y apetece más, con lo que se evita la deshidratación. Si un niño puede disponer de agua de calidad, fría y apetecible, no tendrá problemas en beber más agua y poder mantenerse hidratado, así como tomarlo como una rutina diaria, necesaria para la salud.