Agua reciclada: del baño a la botella
La compañía de depuración del condado de Orange (California) ha conseguido licencia para embotellar las aguas residuales tratadas, un producto que se bebe del grifo desde 2008. Mientras, en Barcelona se están haciendo pruebas para que la red pública de la ciudad cuente con este recurso este mismo año.
¿Aceptaría usted agua embotellada gratis si supiera que se trata de agua que ha sido reciclada? Las autoridades del condado de Orange, en California, decidieron hace unos días arrancar una campaña bautizada como «del baño a la botella» con la que pretenden convencer a los habitantes de la cercana ciudad de Hollywood de la inocuidad y seguridad de beber aguas residuales recicladas. Si bien se regalaban, algunas personas no aceptaron de buen grado ni la botella ni la posibilidad de que esto suceda. Mientras, la compañía de tratamiento de agua del condado presume de ser la primera en el hemisferio occidental que cuenta con permiso legal para embotellar este agua, no para su venta, sino para fines educativos.
Los habitantes del mencionado condado llevan diez años bebiendo, al menos en parte, el mismo agua que sale por las tuberías y el alcantarillado de los centros urbanos. No en un uso directo, ya que la legislación les obliga a mezclar lo regenerado con las aguas de los acuíferos (y por eso lo llaman uso indirecto del agua). Esto seguirá siendo así hasta que exista una ley, en la que ya se está trabajando el estado, que contemple el poder saltarse este paso y conectar una depuradora directamente a la potabilizadora para empezar el ciclo.
California no es el único lugar del mundo donde esto ocurre, también Singapur o Namibia cierran completamente el ciclo del agua desde hace años. «La historia de la reutilización directa de aguas residuales tratadas no es nueva. El primer lugar donde se hizo fue en la capital de Namibia, Windhoek, a finales de los 60. Se trata de una ciudad de 300.000 habitantes a 2.000 metros de altura y con una pluviometría muy baja. Al menos un tercio del agua que se distribuye para uso urbano, también para consumo, es de este tipo», explica Eloy García Calvo, director del Instituto de Investigación Imdea Agua.
Otro caso señalado en el uso de este tipo de aguas es Singapur. Aquí optaron por cerrar el ciclo del agua a finales de los 90, cuando la tecnología de la desalinización no estaba tan desarrollada como ahora. Al producto resultante se le bautizó como New Water precisamente para acabar con uno de los grandes problemas que tiene este recurso: la percepción social.
Indepedencia hídrica
La tercera experiencia internacional es precisamente la del condado de Orange, al sur de California, y comenzó en 2008. En el sur de este estado viven dos tercera partes de la población total de California y es aquí, precisamente, donde cae menos de una tercera parte de las precipitaciones anuales (concretamente unos 355 ml al año). «Mientras que otros condados dependen de suministros de agua importada, en el caso de Orange hasta un 75% del agua proviene del subsuelo. Dicha cuenca almacena más de 49.000 millones de m3 de agua. Durante años se han desarrollado varios proyectos para garantizar unos niveles de abastecimiento correctos; entre ellos, importar agua del río Colorado (siete estados más México comparten el derecho de uso). Sin embargo, las habituales sequías les llevaron a plantearse un uso indirecto de las aguas residuales tratadas de manera que «una vez depurada el agua, en lugar de soltarla y devolverla al mar, se purifica usando un proceso de tratamiento avanzado que consiste en tres partes: la microfiltración, la ósmosis inversa y la luz ultravioleta con peróxido de hidrógeno. De aquí sale agua de alta calidad que supera la regulación de potabilización a nivel estatal. El producto se inyecta dentro de una barrera hidráulica de agua marina, se bombea y se filtra para recargar de forma natural la cuenca de agua subterránea del condado y así complementar el suministro de agua potable de Orange», detalla la compañía Orange Water District System.
Es decir, que a pesar del rechazo que pueda crear socialmente, la tecnología permite crear un agua tratada mucho más pura que el agua potabilizada. «Lo normal es que el agua pase por la depuradora donde se elimina la materia sólida, las grasas y los restos orgánicos, para luego desinfectar y eliminar los patógenos. En vez de devolver ese agua a la naturaleza, como ocurre ahora, se devolvería a los cauces para de allí pasar nuevamente a un proceso de potabilización que incluye ultrafiltraciones y un proceso de ósmosis inversa como en las desaladoras», detalla Calvo.
Es cierto que una vez que la tecnología de la desalinización estuvo a punto, en muchos lugares como en Canarias se apostó por esta técnica para el suministro de agua potable, también porque es una técnica que, a diferencia de ésta, no crea animadversión. «Dependerá de cada caso pero tratar agua no tiene que resultar más caro que la desalinización. De todos los tratamientos, el más caro es el de la ósmosis y ése está integrado en ambas soluciones», matiza el director de Imdea agua.
¿Se podría plantear esta situación en España?
Este verano se ha declarado ya el estado de sequía en la cuenca del Duero; la capacidad de sus pantanos ha descendido enormemente con respecto al año pasado y el volumen de agua embolsada está por debajo del 50%. En Castilla y León ya se habla de la peor sequía desde 1992 (fue la última gran sequía que se ha sufrido en la Península y se alargó durante tres años). Y en otras cuencas como la del Tajo el volumen de agua también es alarmante: la peor la del Segura, con un 24,8% de agua, aunque la mayoría rondan el 50%.
En la Península se plantea la posibilidad de comenzar a utilizar agua residual a lo largo de este año para consumo urbano, porque para otros usos como el riego o la agricultura, «España es uno de los países europeos donde más volumen de agua se recicla», afirma Calvo. Concretamente en el Prat del Llobregat. La Agencia Catalana del Agua prevé, para este 2017, aportar agua regenerada de la Estación Regeneradora del Bajo Llobregat al río a partir de Molins de Rei. «Esta medida incrementará el caudal del río y podrá aportar más recurso para ser potabilizado posteriormente en la planta de Sant Joan Despí. Inicialmente se concibió como una solución para situaciones de sequía, pero para este año se plantea una exhaustiva campaña de demostración científica para que pueda aplicarse de manera continuada en situaciones de normalidad, incrementando así los recursos de agua disponibles en el área de Barcelona. En 2008-2009 ya se llevaron a cabo muestreos, de manera conjunta y coordinada con el Departamento de Salud, y se evidenció que la calidad del agua procedente de la ERA era incluso mejor que la natural del Llobregat. Hay que aclarar que este agua se mezcla con la que el río lleva de manera natural, por lo tanto, no es un consumo directo», explican desde la Agencia Catalana del Agua.
Hasta la fecha y desde 2010, la aportación de agua regenerada se ha utilizado para evitar la intrusión salina del acuífero del delta del Llobregat (una reserva estratégica de agua del área metropolitana de Barcelona), además de para usos ambientales (caudal del río en su tramo final) y municipales como riego de jardines y limpieza de calles.
Tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza, ya que no hay que olvidar que el 70% del consumo de agua en España se destina a la agricultura, el 18% lo usa el sector industrial y sólo un 12% se destina a uso urbano. «No creo que se vaya a plantear como opción general. El agua reciclada ya tiene salida en riego y usos agrícolas e industriales por lo que el agua más “pura” se prioriza para consumo humano y, si se necesita, siempre se puede desalar», opina Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín.
Tampoco crea que el agua que bebemos es de una pureza sin igual, porque la molécula H2O resulta indigesta para el cuerpo humano. De hecho, para que sea potable necesita que se le añadan sales minerales como carbonatos, bicarbonatos o magnesio. Incluso, hay marcas de agua en Estados Unidos que venden agua embotellada que no proviene de manantial; es simple agua del grifo pero tratada en laboratorio para darle las mismas características.
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