Un vaso de lluvia
Llegó el verano y, con el calor, también el miedo si este año estaremos en situación de sequía. No en vano, las sequías que padece España son cada vez más intensas y tienen mayor duración. Existe una necesidad de una mejor planificación y gestión del agua, pero ese no es el objetivo de este post. La cuestión que nos ocupa es algo más sencilla, ya que hablamos de sequía, ¿por qué no hablar de su antítesis, la lluvia? ¿Alguna vez te ha dado la tentación de beber el agua de la lluvia mientras cae? ¿Sería saludable beber el agua de lluvia?
Beber agua de lluvia tal y como nos cae del cielo, sin tratar, es seguro para la salud. Es la conclusión de un estudio realizado por investigadores de la unidad de enfermedades infecciosas del departamento de epidemiología de la Universidad Monash (Melbourne) en 2009, el cual participaron 300 familias cuya principal fuente de agua para beber era el agua de lluvia que recogían en tanques. A todos estos hogares se les entregó un dispositivo y se les dijo que contenía un filtro que eliminaba cualquier microorganismo causante potencial de gastroenteritis, aunque en realidad, la mitad de los dispositivos no tenían ningún filtro. Las familias mantuvieron un registro de su salud a lo largo de un año. Después de ese período, los investigadores analizaron los registros y encontraron que la tasa de casos de gastroenteritis entre los grupos con filtro y sin filtro era muy similar. Resumiendo, quienes bebieron agua de lluvia no tratada no mostraron un incremento cuantificable de enfermedad en comparación con quienes consumieron el agua de lluvia filtrada.
Beber agua de lluvia tal y como nos cae del cielo, sin tratar, es seguro para la salud
Esto de beber agua de lluvia no es nuevo: desde tiempos antiguos se reconoce como única fuente de agua potable la lluvia o el agua de pozos profundos. Hace unos 4.000 años existían sistemas en la antigua Palestina y Grecia para recoger la lluvia. Incluso los romanos, con su sistema de acueductos, complementado su abastecimiento de agua con cisternas individuales y patios pavimentados para recoger el agua de lluvia. Si nos centramos en nuestro país, el agua de lluvia es un recurso que ha desempeñando un papel muy importante hasta el siglo XIX. Cuando a principios del siglo XX las canalizaciones de agua empezaron a irrumpir de forma masiva en ciudades, pueblos y villas, el agua pluvial pasó a un segundo plano y reservado sólo a situaciones muy especiales.
Actualmente, en el norte de Europa existen algunos casos donde ha vuelto a cobrar importancia la recogida de agua de lluvia. Alemania, por ejemplo, comenzó a subvencionar este tipo de iniciativas y centenares de miles de viviendas alemanas están disfrutando de equipos de recogida de esta agua, aunque su uso es exclusivamente doméstico.
Si miramos con más detalle, el agua de lluvia presenta una serie de características:
- Es un agua extremadamente limpia en comparación con las otras fuentes de agua dulce disponibles.
- Es un recurso esencialmente gratuito y totalmente independiente de las compañías suministradoras habituales.
- Precisa de una infraestructura bastante sencilla para su captación, almacenamiento y distribución.
No hay ninguna razón fundamental por la que no se pueda beber el agua de lluvia, ya que a menudo es considerada una fuente segura de agua limpia. La principal preocupación tiene que ver con el hecho de que en nuestro entorno contaminado, las gotas de lluvia pueden haber recogido algún contaminante.Especial es el caso de las zonas urbanas donde el agua de lluvia tiene monóxido de carbono, este gas que llega al aire se origina en la quema de combustibles, madera y materiales similares. El humo se eleva y el monóxido de carbono aumenta en la atmósfera y cuando cae la lluvia, el monóxido de carbono del aire se mezcla con el agua.
Un característica de las aguas pluviales, incluso sin el factor de la contaminación, es su naturaleza ácida debido al dióxido de carbono (CO2) existente en la atmósfera que forma ácido carbónico (H2CO3), presentando un pH de entre 5 – 6. Esta acidez natural es amplificada por la presencia de óxidos de nitrógeno (NOx) y dióxido de azufre (SO2), estos óxidos son producidos por la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón). Cuando se disuelven en agua, el óxido de nitrógeno se convierte en ácido nitroso (HNO2) o ácido nítrico (HNO3) mientras que el dióxido de azufre se oxida en el aire para convertirse en ácido sulfúrico (H2SO4), dando lugar a casos extremos de lluvia ácida, donde se puede llegar hasta un pH de 2,5.
Un característica de las aguas pluviales, incluso sin el factor de la contaminación, es su naturaleza ácida
La mayoría de los expertos coinciden: hay que tener especial cuidado con la forma en que se recoge el agua de lluvia, de modo que tome la menor cantidad de contaminantes posible. Si se quiere beber esta agua, se debe hervir o desinfectar con cloro, además de filtrarla, antes de consumirla. Ahora, si hay que hacer todo eso para que sea potable, ¿por qué utilizar el agua de lluvia para beber? Sería mucho mejor tomar el agua del grifo directamente. Además, estas técnicas de purificación matan los patógenos presentes en el agua pero no eliminan productos químicos tóxicos.
Una posible respuesta para el consumo de aguas pluviales es que hay millones de personas en el mundo en desarrollo que harían bien en tomar agua de lluvia en lugar de agua de sus ríos y lagos que están contaminados, por ejemplo, con parásitos tropicales. Con un poco de cuidado en la recolección de agua de lluvia les daría un suministro estable de agua potable, ya que no tienen una fuente de agua tratada ni los medios financieros para hervirla con regularidad. Por lo tanto, sopesando las alternativas, el agua de lluvia se convierte en una excelente fuente de agua potable.
Otro caso: la falta de fuentes de agua apta para el consumo humano sumado al aumento de la población ha ocasionado que los acuíferos en casi todas partes del mundo sean sobreexplotados. Por poner un ejemplo, tan solo en México, el 58% del agua extraída del subsuelo se hace de acuíferos sobreexplotados, según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Por tanto, toda el agua que no se extraiga del subsuelo, ya sea agua de lluvia o no, puede ser un beneficio. El agua subterránea se extrae con electricidad e implica esfuerzos y gasto de energía de diferente magnitud, mantener operando las bombas para extraer el agua representa un gasto importante de energía. Por lo que muchos de los usos que se le da al agua de red se pueden desplazar con el agua de lluvia. Recordando que cada litro de agua de lluvia que se use para beber, es un litro de agua del subsuelo que no se extrae y una ayuda para evitar la deterioración masiva del subsuelo.
Como hemos comprobado, existen posibilidades reales para la cosecha y el uso de agua de lluvia, y es una iniciativa que debe fomentarse. Pero pensar en beber agua de lluvia como fuente de agua potable en los países desarrollados no es práctico. En nuestro caso, tenemos mejores opciones para el consumo de agua potable, tanto desde el punto de vista de salubridad como del coste: el agua del grifo.
Noticia extraída de: http://www.iagua.es/blogs/beatriz-pradillo/un-vaso-de-lluvia?utm_source=Suscriptores+iagua&utm_campaign=1a3b35fd9d-&utm_medium=email&utm_term=0_8ff5bc1576-1a3b35fd9d-304810185