Las abejas, las grandes aliadas del agua
En época de verano es fácil encontrar a los profesionales del campo, los agricultores, realizando labores de mantenimiento en sus terrenos.
Me encontré con uno de ellos, un joven emprendedor que se dedicaba al cultivo de Pistacheros (del Latín, Pistacia vera), es decir, los árboles que producen los pistachos.
Durante nuestra amena conversación, me explicó algunos secretos del cultivo y la plantación de esta especie arbórea. Me habló de los injertos y de como lo hacían en el campo. Me desveló que, a veces, conseguían ejemplares que habían sido injertados en viveros y que luego plantaban en su terreno.
También me explicó el proceso de la plantación e hizo hincapié en las distancias entre ejemplares y en la importancia del número de machos con respecto a las hembras. Me indicó que un árbol macho produce suficiente polen para que den frutos de siete a diez árboles hembra.
Bajo un sol de justicia, rápidamente apuramos el vaso de limonada. Mientras hablábamos, estábamos protegidos bajo la sombra de un amplio porche. Me había invitado a pasar el día en una de esas casas de las que te enamoras nada más verla y en la que desearías vivir para siempre.
Entonces me habló de algo que captó todavía más mi atención y que aumentó el respeto que de por sí ya sentía por los agricultores, por ellos y por la gran labor que realizan.
Me contó que, en una feria agrícola, le habían ofrecido pequeñas colmenas de abejas para su campo. Las colmenas que le ofrecían eran pequeñas cajitas de madera donde, en su interior, ya había preparada una abeja reina con su colonia de abejas. Aquello le sorprendió muchísimo a él cuando se lo contaron en la Feria, exactamente la misma reacción que yo estaba teniendo al escucharle. Se sinceró conmigo y me dijo que él siempre había contado con la inestimable ayuda de las abejas silvestres y que nunca había pensado en tener su propia colonia de abejas. Pero que tenerlas le garantizaba una cosecha de éxito. Después no pudo evitar expresarme su preocupación por los problemas que la abeja silvestre está atravesando últimamente en su entorno, que cada vez es más agresivo para esta especie.
La sensación de sed acudió de nuevo a mi garganta, por lo que me serví otro vaso de limonada. Enseguida le pregunté la razón por la que la cosecha se aseguraba el éxito gracias a las abejas. Me reveló que la polinización de las abejas era la clave para que los pistachos futuros fueran fecundados correctamente en el árbol. Entonces me listó las claves del éxito de una cosecha, a grandes rasgos. Apuntó la importancia del riego con agua, la fertilización de los campos, la protección contra las plagas, el proceso de la plantación y del cultivo, entre otras. Pero matizó que la polinización sólo era posible con la inestimable ayuda de las abejas. Entonces lo entendí todo.
Finalmente, y mientras el sol de la tarde caía mostrando colores anaranjados en el cielo y notando la brisa fresca de la noche caer como un manto sobre nuestros rostros, este buen amigo me dijo una frase que tuve que guardar en mi memoria de escritor:
“Las Abejas son las grandes aliadas del Agua”.
Cuando le pregunté sobre su relación, la de la Abeja con el Agua, el agricultor hizo gala de sus conocimientos y me recordó unas míticas palabras que, dicen algunos, pronunció el afamado científico Albert Einstein aunque, en realidad, todavía no se ha podido comprobar su autoría. Pero lo importante de esta frase no estriba en quién fue su autor, sino en su significado eterno:
“Si las abejas desaparecen, al hombre le quedarían 4 años en la Tierra”.
Caída ya la noche, el agricultor me dijo que si el hombre no existiera en la tierra, que no habría que preocuparse por las plantas. Que con agua y abejas, la Flora se seguiría abriendo paso de manera natural. De nuevo comprendí un eslabón más de esta relación entre las Abejas y el Agua.
¿Y tú, querido lector? ¿Qué conclusión sacas sobre la relación entre las Abejas y el Agua?
Un artículo de IAgua
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