La crisis del agua en Flint, una llamada a los ciudadanos
Los eventos climáticos extremos, las inundaciones y sequías severas han puesto el agua en el centro de la atención los últimos años. La posibilidad de una escasez mundial de agua ya fue clasificada un riesgo global prioritario en el Foro Económico Mundial de Davos de 2015 y formó parte de la primera encíclica del Papa Francisco, en la que el Pontífice pidió a los Gobiernos mejorar el acceso a un agua potable segura y limpia. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agua
Hay que tener en cuenta que cuando un servicio público informa que el agua del grifo está libre de contaminantes ello sólo significa que hay niveles bajos o indetectables de un pequeño número de productos químicos y de agentes patógenos. En EEUU la Agencia de protección ambiental (EPA), que fija los estándares del agua potable segura, genera una lista de los contaminantes que no deben estar presentes en los servicios públicos de agua potable de manera significativa.
Se trata de unos 90 elementos, una pequeña fracción frente a casi 100.000 contaminantes potenciales. Es muy difícil controlarlos todos, así que la Administración se fija en las sustancias peligrosas para la salud que se pueden eliminar de una forma fácil y eficiente. Ahora bien, mientras que detectar su presencia es actualmente posible con mucha mayor precisión gracias a la innovación en instrumentos, hasta en partes por millón y billón, determinar el impacto en la salud es algo mucho más arduo, pues un estudio epidemiológico puede llevar de cinco a diez años en verificar los efectos sobre la salud humana.
Además, especificar la posibilidad de una reducción significativa del riesgo a un coste asequible es también difícil. Cuando la Organización Mundial de la Salud bajó los niveles aceptables de arsénico en agua de 50 partes por mil millones para diez partes por mil millones, con un coste considerable, el análisis coste-beneficio demostró que adoptar el nivel más seguro habría evitado diez muertes en EEUU.
Sistemas de purificación
El caso es que la demanda en todo el mundo de sistemas de purificación de agua puede crecer al 11,6% anualmente hasta llegar a los 16.000 millones de dólares para 2019, según estudios de mercado de Freedonia, especialmente donde los sistemas públicos no se consideran fiables. Los desafíos son grandes, sin embargo. Muchos Gobiernos estatales y locales se enfrentan a la urgente tarea de tener que actualizar tuberías de cien o más años de antigüedad en constante necesidad de reparación. La OCDE estima que se precisarán 3,6 billones de dólares de inversión para tal fin hasta 2030 en todo el mundo.
Más recientemente, un escándalo de contaminación de agua en la ciudad de 100.000 habitantes de Flint, Michigan, en EEUU, ha aumentado la conciencia pública sobre el precario estado de algunos servicios públicos relacionados con el agua. Esta se contaminó con plomo por el cambio en el origen de la misma al río local de Detroit, para reducir costes. Pero el agua del río disolvió la capa protectora interior de los tubos de transporte, contaminando el agua y envenenando a los residentes. Trece meses después de que se identificara el problema el agua de Flint todavía es peligrosa para beber. Además no hay ninguna solución rápida para actualizar la infraestructura de agua y remediar el impacto en la salud de esos ciudadanos, con efectos tóxicos previsiblemente durante mucho tiempo.
La triste realidad es que la crisis podría haberse evitado muy fácilmente -el uso de un agente químico hubiera mantenido el plomo alejado de las casas por sólo poco más de 100 dólares al día-. En cualquier caso muchos creen que la falta de comunicación entre las agencias gubernamentales y una débil supervisión dio lugar a malas decisiones y en última instancia causó la crisis en Flint.
Además, esto puede ocurrir en otros lugares. Este año ya se detectaron altos niveles de plomo y cobre en el agua corriente de Sebring, en Ohio, y los reguladores estatales han pedido la investigación criminal del gestor de la planta de la ciudad. Así que Flint puede ser el catalizador para una mejora en la gestión y gobernanza de los servicios públicos del agua.
Gestión profesional
El caso ha proporcionado a los municipios la oportunidad de reconocer que la infraestructura del agua es un sistema complejo que requiere de una gestión profesional. En poblaciones como Flint, donde la demanda de agua ha caído junto con la población hay un desafío adicional, pues los menores ingresos del servicio de agua bajan, aunque los costes operativos de la infraestructura siguen siendo en su mayoría fijos. Así que los presupuestos tienen que recortarse y las tasas del agua aumentar. En este punto las empresas privadas pueden desempeñar un papel dados sus amplios conocimientos técnicos y de gestión.
De todas formas, esta crisis en Flint, como las sequías de California, hace entender a la gente que puede adoptar un papel para garantizar un agua de calidad y reducir el consumo. En lugar de depender de los Gobiernos o Administraciones, las personas cada vez más se dan cuenta que necesitan arremangarse, hasta el punto que ya se trata de parte de una tendencia mundial por la que la responsabilidad del bienestar de la sociedad pasa de los Gobiernos a las personas. Los ciudadanos no podemos confiar en Gobiernos con dificultades para financiarse y cada vez es mayor la presión para asumir personalmente el cuidado de la salud o el ahorro para la jubilación. La lista ya incluye el agua potable. En el futuro es previsible que haya suministro de agua de diferentes calidades para distintos usos, según lo que el ciudadano decida que necesita. Así, aunque el papel del Gobierno seguirá siendo garantizar el acceso al agua, cada comunidad o familia adaptará la calidad de la misma a sus necesidades particulares -ya sea para cocinar, inodoros, regar jardines o lavar coches-. Se trata de que los ciudadanos sean conscientes de que un cierto nivel de calidad del agua conlleva costes asociados. Debe quedar claro ese nivel de servicio y quién lo paga. Si la gente necesita un estándar de oro para el agua potable, deberán pagarlo.
Hans Peter Portner, gestor de Pictet Water, con la colaboración del consejo asesor del fondo
Noticia extraída de: http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/agua-medioambiente/noticias/7828748/09/16/La-crisis-del-agua-en-Flint-una-llamada-a-los-ciudadanos.html
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