La palabra de moda en el sector de las Tecnologías de la Información es sin duda la Internet de las Cosas (IoT o Intenet of the Things en inglés). CISCO, empresa líder en TI a nivel mundial ha introducido un nuevo término para liarla un poco más: el Internet de Todo (IoE o Internet of Everything), en el que reconoce el papel fundamental de las personas o de los ciudadanos, a través de las redes sociales, para complementarla al IoT. Administraciones y entidades públicas de todo el mundo están ya obteniendo valor del IoE que permite crear miles de millones de conexiones entre personas, procesos, datos y objetos.

El IoT y el IoE son algo más que objetos o sensores interconectados entre sí y con internet. En un futuro próximo las cosas tomaran decisiones por sí mismas. Todos hemos hecho chistes de la nevera que hace el pedido solo cuando se acaban los yogures o que te avisa cuando se caduca el pollo. Este es un ejemplo absurdo lógicamente, pero no está lejos de la próxima realidad. El hecho es que el IoT funciona a base de sensores y actuadores, dispositivos que están capacitados para detectar acciones o estímulos externos y responder en consecuencia. Y a ninguno se nos escapa que en nuestro sector, otra cosa no habrá, pero sensores y señales tenemos para regalar.

El reto no es que un sensor genere un efecto sobre un proceso automatizado, eso es nuestro día a día, el reto es ir más allá y que el grado de inteligencia y conectividad de nuestras instalaciones reduzca los costos de operación y facilite la vida de los operadores.

Echémosle un poco de imaginación para plantear un ejemplo concreto. Pongamos en la situación de que nuestro sistema de almacenamiento de Cloruro Férrico está al 20% de capacidad y el solo, analizando el ritmo de consumo actual e histórico, detecta que tenemos reactivo para 7 días y que hay un puente festivo cercano. Automáticamente el sistema solicita precio a los suministradores habituales, lo coteja con precios históricos y precios actuales disponibles en internet, elabora una recomendación de pedido y el jefe de planta recibe en su Smartphone un aviso, le da ok y el sistema procede a solicitar el reactivo. Una vez descargado y tras verificar que el volumen recibido es el correcto, envía otro aviso al jefe de planta. El reactivo esta repuesto y el jefe de planta solo ha realizado dos clicks en su teléfono.

Este ejemplo puede hacerse extensivo a mantenimiento periódico de máquinas y seguro que si le echamos entre todos una pensada se nos ocurren muchas más aplicaciones. ¡Os invitamos a sugerir ideas!

Un artículo de Javier Arrieta Morales para Iaqua

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