El problema de los nitratos

En los años 70 del siglo pasado se empezó a generalizar el uso de los abonos inorgánicos producidos por la industria química. Hasta entonces, se abonaban los campos con los estiércoles derivados de la actividad ganadera. Sólo para cultivos muy concretos se podía importar el Nitrato de Chile (nitrato de sodio y potasio que se extraía del desierto de Atacama).

También en las últimas décadas ha aumentado la cantidad de granjas, especialmente de cerdos, en algunas comarcas. Hay zonas saturadas, y problemas serios a la hora de aplicar los purines en los campos.

El uso no adecuado de los abonos, ha provocado que se hayan incrementado las concentraciones de nitratos en muchos acuíferos, ríos, lagos y embalses, creando problemas ambientales importantes y afectando a diversos usuarios del agua.

Si los abonos se aplican en los campos antes de tiempo -cuando las plantas todavía no pueden absorberlos-, o en exceso, o en situaciones de lluvias importantes, acaban infiltrándose en el terreno y alcanzando los acuíferos. Allí, el lento fluir del agua subterránea, los acabará incorporando a ríos o humedales. También una parte puede llegar directamente y de forma rápida con la escorrentía superficial.

¿Qué efectos tienen los nitratos en el medio hídrico?

Un primer efecto es el de la proliferación de vegetación, tanto dentro del cauce como en las márgenes: al fin y al cabo el agua está “abonada”. Llevamos años asustados por el crecimiento de los macrófitos (plantas acuáticas) en el tramo bajo y medio del Ebro, así como en sus principales afluentes. Estas plantas obstruyen tomas de agua y son el hábitat ideal para que la molesta mosca negra ponga sus huevos, con los problemas sanitarios que sus mordeduras implican en la población.

En las márgenes crece desmesuradamente el bosque de ribera, muchas veces con especies propias de cultivos agrícolas, lo que unido a la reducción por la regulación que implican los embalses, dibuja unos cauces excesivamente ocupados por vegetación y, a veces, con problemas para dejar pasar las avenidas.

Si un río con alta concentración de nutrientes es embalsado, como ocurre en el tramo medio-bajo del Ebro, empieza otra cadena de problemas ligados a la proliferación de algas, que genéricamente se denominan eutrofización. En profundidad, el oxígeno disuelto es rápidamente consumido, y el ambiente reductor moviliza ciertos elementos como el hierro y el manganeso, que tiñen las aguas de los abastecimientos.

En el verano son frecuentes episodios en los que el agua del embalse se vuelve verde (a veces fosforito) por la proliferación, o bloom, de algas cianofíceas. Algunas de estas algas microscópicas pueden contener toxinas, como las famosas microcistinas, que pueden provocar intoxicaciones masivas tanto por contacto (aguas de baño) como por ingesta (abastecimiento).

La concentración de nitratos máxima admisible en el agua de abastecimiento es de 50 miligramos por litro. También la Directiva europea de “nitratos” -que es del año 1991-, fija este umbral para determinar si un agua, ya sea subterránea o superficial, está afectada. En esos casos, las Comunidades Autónomas deben aprobar y hacer cumplir -en unas áreas más amplias denominadas “Zonas vulnerables”-, unos planes de acción específicos, con el objetivo de revertir la situación. Este trabajo debe revisarse cada cuatro años.

La Directiva Marco del Agua -que es del año 2000-, fija criterios más amplios, tanto ecológicos como físico-químicos, para calificar una masa de agua superficial en buen estado. En lo relativo a la concentración de nitratos, y según los diferentes ecotipos establecidos, los valores umbral se sitúan entre los 20 y los 25 mg/L.

Como en casi todos los problemas, lo mejor que se puede hacer es prevenir. Hay que  continuar concienciando a los agricultores y ganaderos para que hagan un correcto uso de los abonos, lo que además les repercutirá en un ahorro económico.

También existen posibles medidas paliativas, como la creación de filtros verdes y humedales, que en algunos casos, y con un adecuado mantenimiento, pueden evitar o reducir esta contaminación difusa en los ríos.

 

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