El agua y la hidratación de la piel
La pérdida de la humedad a nivel cutánea provoca una disminución de su elasticidad, un aumento de la sequedad y por lo tanto de la descamación, y la aparición precoz o el incremento de las arrugas. Por lo tanto, para mantener una piel saludable es imprescindible realizar una adecuada hidratación.
Hay factores que conspiran contra ello, tanto externos como internos. Por ejemplo, el frío reseca la piel al producir una vasoconstricción periférica y por lo tanto una disminución de la irrigación sanguínea cutánea. También el sol afecta a la hidratación, al aumentar la pérdida de agua, y por ende también su sequedad.
Por otra parte, estados de desnutrición, carencias de ciertas vitaminas como la A, o la anemia disminuyen así mismo el grado de humedad de la piel.
Partiendo de la base que lo más importante es ingerir cantidades de agua adecuadas y teniendo en cuenta que el calor de esta época del año produce un aumento de las pérdidas por transpiración, es conveniente aplicar sobre la piel productos hidratantes, humectantes y emolientes. Si bien son similares en sus objetivos, tienen sus diferencias.
Los humectantes buscan proteger la piel de agresores externos, actuando básicamente por oclusión, evitando que se escape el agua. Su misión es retener la mayor cantidad posible de humedad. Por ejemplo, la glicerina o la vaselina que es una sustancia oclusiva muy eficaz, pudiendo llegar a disminuir la pérdida transepidérmica en un 98%. Pero, por otra parte, aplicada en forma pura puede no resultar demasiado aceptable desde el punto de vista cosmético precisamente por su poca absorción y dejar un aspecto de “engrasado”.
Las sustancias hidratantes cumplen un papel más activo, ayudando a captar el agua desde el exterior. Ejemplo de ellas son la urea, el ácido láctico y los alfa hidroxiácidos.
En relación a los emolientes, su función es llenar los espacios que se generan en las capas más superficiales de la piel, por donde se pierde agua. Las ceramidas, el ácido linoleico y ciertos aceites ayudan a la tarea de reparar la superficie cutánea, mejorando de esa forma la función de barrera protectora.
En definitiva, existe en el mercado una muy amplia gama de productos dermatológicos destinados a mantener una hidratación adecuada de la piel. La combinación específica de las distintas sustancias en su composición debe adecuarse a las necesidades específicas de cada tipo de piel, y para ello la indicación del médico dermatólogo es esencial.
Noticia extraída de: http://www.elpais.com.uy/domingo/agua-hidratacion-piel.html