Ahorra agua jugando como niños
Una start-up francesa inventa un sistema de luces para economizar en la ducha
El hijo de unos amigos no soporta ir a ducharse. Ni siquiera estos días en que hace a diario un stage de deporte y se tira horas y horas jugando a fútbol. Ni siquiera estos días en que el calor es tan pegajoso que uno viviría directamente dentro de la ducha y bajo el chorro continuo de agua. Ni por esas. Bajo amenazas y presiones varias accede finalmente a entrar en el baño y a “ducharse”. Y escribo “ducharse” entre comillas porque sus padres descubrieron recientemente que para contentarles o porque le dejen tranquilo, se permite entrar en la ducha, abrir el grifo y dejar circular el agua sin que esta toque su cuerpo para nada. A fin de completar la escena y dársela con queso a sus padres se pone a cantar “bajo la ducha”. Es bien sabido por todos que la ducha incita al canto. Su padre entró un día en el baño mientras él se “duchaba” para felicitarle por la iniciativa (no el canto, sino la ducha) y para su vergüenza y el pasmo de sus progenitores se descubrió allí mismo el pastel. Mucha agua y ninguna ducha.
Así que se me apareció como una idea redonda para mi amiga, la madre del sujeto, la iniciativa de una start-up francesa, Smart & Blue, situada en Grenoble. Esta empresa ha creado Hydrao First, un brazo de ducha inteligente con un sistema LED incorporado que ilumina el chorro de agua con un color diferente según el nivel de consumo. Si se enciende la luz verde, es que hemos ya consumido 10 litros de agua; azul, 20; violeta, 30; rojo, 40; y rojo intermitente, más allá de 40 litros de agua. Permite por lo tanto controlar en tiempo real el consumo de agua y de la energía necesaria para calentarla. Hydrao First está a la venta en su web por 89,90 €.
En el segundo semestre del 2017 la start-up pondrá a la venta dos versiones más desarrolladas de la misma tecnología: Hydrao Loop, una cabeza de ducha e Hydrao Drop, un brazo flexible que puede fijarse sobre cualquier brazo de ducha ya instalado. Costarán 169 € el Loop, y 99 € el Drop.
La start-up propone también una aplicación, App Smart Shower (disponible para iOS y Android). Se conecta a Hydrao por Bluetooth y permite hacer un seguimiento del ahorro realizado en euros y en litros de agua. La aplicación permitirá en breve medir también la presión de la instalación e indicará la regulación óptima.
Cronometrar la ducha permite convertir el momento desagradable en un juego.
Mi amiga no es la única, me dije, en tener que buscar estrategias para convencer de la necesidad del ahorro del agua. Le han explicado a su hijo una y otra vez que el agua es un bien escaso, precioso, caro (para el planeta y para los consumidores), pero no hay manera. Quizá el mensaje visual de la luz, como si se tratara de un tablero de a bordo que avisa de un accidente inminente, resulte más eficaz en la práctica que los sermones aleccionadores de los padres, que hablan mucho pero a quienes se escucha muy poco. De mi experiencia vital como madre he aprendido que a menudo lo importante no es qué mensaje se envía sino quién es el emisor. Lo mismo dicho por otra persona o por otro canal entra mucho mejor que si lo decimos nosotros mismos.
En Twitter la iniciativa de Smart & Blue se promociona bajo el lema “¿Y si aprender a economizar el agua se convirtiera en un juego de niños?”. Hasta la fecha mis amigos habían utilizado con su hijo estrategias también “lúdicas” para incitarle a no despilfarrar tanta agua como la del reloj de arena que comercializa Oxfam Intermón. Hablé ya de ella en otro post de hace años titulado 10 ideas para ahorrar en el baño. Cronometrar la ducha permite también convertir el momento desagradable en un juego. ¿Quién va a ganar esta carrera: el niño o el cronómetro? Mis amigos consiguieron que el caudal de agua se redujera pero, a la vista está, siguen sin convencer al niño de las bondades de la higiene corporal diaria.
Fui a contarle mi amiga la novedad de Hydrao por si le solucionaba la vida. Me miró con un deje de interés pero sin gran convicción. “La idea de la start-up me parece buena”, me dijo, “pero en mi caso y conociendo a mi hijo me da miedo de que se vuelva en mi contra. ¿Y si de repente el pequeñín encuentra en el juego de luces un acicate para no sólo cantar bajo la ducha sino para también ponerse a bailar? Todo ello muy inocente y simpático pero nadie me asegura de que el consumo de agua se reduzca y aún menos de que el niño salga del baño más limpio que los chorros del oro.” Habrá que esperar que alguien invente el gadget para ahorrar agua no “jugando como niños” sino que realmente sea “eficaz y definitivo para los niños”. Si mientras llega el invento prodigioso alguien tiene una idea genial, un recurso maravilloso… algo que haya permitido a su hijo entrar gozoso en la ducha y salir impoluto sin haber arruinado a la familia por el consumo de agua, por favor, que lo comparta conmigo. Mi amiga, una madre un poco ya demasiado fatigada por este tema, le estará eternamente agradecida.
¡Gracias y feliz verano!
Un artículo de El país
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