El agua que bebemos y usamos para cocinar debe ser de buena calidad para proteger nuestra salud e incitarnos a consumirla: debe ser inodora y transparente, tener buen sabor
El agua es un elemento esencial para la vida del ser humano y del planeta, puede considerarse segundo en importancia después del oxigeno. El organismo de una persona adulta contiene del 55 al 75% de agua, lo que explica la enorme influencia de ejerce este liquido en la regulación de las funciones corporales. Las proporciones cambian de un órgano a otro, el cerebro y el corazón están formados en un 75% por agua; la sangre y los pulmones, en un 85%.
El agua cubre más de dos tercios de la superficie de la Tierra, aunque solo el 1% de su volumen es aprovechable para beber. De igual modo, a menudo nuestras fuentes naturales de agua están infectadas por arsénico, amianto, plomo, mercurio, nitratos, protozoos y otras materias nocivas. Es por ello que muchos consumidores se alarman y reclaman a las autoridades un abastecimiento de agua limpia y sana, y gran parte de ellos recurre al agua embotellada o instala sistemas de depuración. Según la OMS, a principios del año 2000 un sexto de la población mundial (1.100 millones de personas) no tenía acceso a suministros de agua potable, y dos quintos (2.600 millones de personas) residía en zonas sin alcantarillado. La mayoría de estas personas vive en África y en Asia: dos de cada cinco africanos carecen de agua segura y casi la mitad de los asiáticos no dispone de servicios de desagüe.
En estos continentes, la situación en el campo es visiblemente peor que en la ciudad: el 80% de quienes carecen de desagües (2000 millones de personas) vive en zonas rurales. La Organización Mundial de la Salud durante más de cuarenta y cinco años, se ha interesado de la calidad del agua para beber y de sus efectos sobre la salud. Uno de los primordiales objetivos de la OMS y de sus países miembros es que todas las personas, independientemente de su situación social y económica, accedan a una cantidad adecuada de agua potable. La falta de agua adecuada y de desagües va asociada a enfermedades endémicas, hepatitis A, amebiasis y otras. Cada año, en el mundo se producen unos 4000 millones de casos diarrea que provocan 2,2 millones de muertes, sobre todo de niños menores de un año.
Con esto se pretende destacar la importancia de la hidratación para el ser humano, ensalzar la relación entre el agua y la salud. Es una realidad, considerar que incluso los habitantes de los países desarrollados –aunque vivan con estándares higiénico-sanitarios elevados- no son absolutamente conscientes de lo que el agua significa y de los extraordinarios efectos que puede tener sobre la salud y el bienestar. La hidratación correcta es condición básica para mantenernos sanos. Si un cuerpo adulto está formado en un 55-75% por agua, si el embrión se compone de más del 80% de agua y un recién nacido es agua en su 75%, significa que el agua que bebemos se transforma en nosotros mismos.
Nuestro cuerpo debe reemplazar aproximadamente 2,2 litros de agua diariamente. Pero la mayor parte de las personas no beben lo suficiente porque no saben lo importante que es el repuesto de agua y hasta que punto es fundamental mantener el cuerpo en un buen estado de hidratación. El agua transporta los nutrientes a las células con la sangre, ayuda a digerir los alimentos y regula la temperatura del cuerpo. El agua es salud y la promueve de muchas formas distintas: ayuda a mantener el peso adecuado, disminuye el riesgo de contraer algunas formas de cáncer, mejora la memoria reciente y un largo etcétera que se justificarán en los distintos capítulos de la guía. A continuación detallamos algunos de ellos.