El camino del agua

El camino del agua desde la fuente hasta que es consumida es variable, como lo es el estado en el que llega. En muchos países como el nuestro, gracias a la cobertura de servicios e infraestructuras, el agua viaja en un fluir por las tuberías y nos llega fresca y de buena calidad a nuestro hogar. Sin embargo, en muchos países, el agua viaja al hogar gracias a las mujeres, que se encargan de llevarla a sus maridos e hijos, muchas veces sobre su cabeza. En este largo viaje, la cantidad es la que cuenta, puesto que se consumirá la que se pueda transportar.

En África, el 90% del trabajo de recogida de agua se realiza por mujeres y niñas, dedicando hasta 6 horas cada día sólo en esta tarea. Las distancias y los tiempos utilizados no son unitarios y múltiples son los motivos: el estado físico de la mujer, la condición del punto de agua, el número de personas que están esperando, el tiempo que tarda en recoger… y siempre caminando con la esperanza de que dicho punto no se haya secado o estropeado para no tener que caminar más en la búsqueda de otros puntos alternativos.

En África, el 90% del trabajo de recogida de agua se realiza por mujeres y niñas

Y son las niñas, cuando las mujeres no pueden asumir las tareas del hogar, las que ayudan a sus madres con estas. Al delegar esta responsabilidad para cuidar a las familias, muchas niñas no pueden o renuncian a asistir a la escuela, abandonando sus estudios. Sin la posibilidad de desarrollar conocimientos y capacidades, tanto su presente como su futuro se ve hipotecado.

Se trata de una carga diaria pesada a la que se destina un tiempo muy importante de sus vidas y un desgaste importante de su salud. Esta carga diaria pasa factura con los años: anemias severas en la juventud y serios problemas de columna en la vejez. 

La tarea de facilitar el suministro de agua afecta directamente a la carga doméstica, reduciendo el tiempo para labores productivas y actividades educativas, además de incidir directamente sobre la salud de la mujer. El no incidir sobre el acceso al agua tiene como consecuencia el potenciar la desigualdad y discriminación, no permitiendo el acceso y la plena participación en los espacios de conocimiento y toma de decisiones.

Todavía existen 768 millones de personas en el mundo sin acceso a agua potable

Dado que son las encargadas de dar de beber a la familia, es imprescindible la participación de las mujeres en los proyectos de abastecimiento. El gran peso que tienen en las tareas de recogida de agua, hace fundamental su presencia en los proyectos y en la toma de decisiones en materia de agua y saneamiento. Su voz, opinión y experiencias son muy importantes. La participación de las mujeres en los proyectos de agua y saneamiento aumenta la eficacia de estos entre 6 y 7 veces. La participación de estas implica incluir sus necesidades, preocupaciones y experiencias en todas las fases del proyecto, desde la identificación hasta la implementación y gestión.

En numerosos estudios se ha detectado que la asistencia a la escuela de las niñas aumenta en hogares ubicados a menos de 400 metros o a 15 minutos o menos desde la fuente de agua respecto a los que tienen la fuente de agua a una distancia superior.

Según el último informe de Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en los últimos 21 años más de 2,1 billones de personas han mejorado su acceso a fuentes de agua. A pesar de ello, todavía existen 768 millones de personas en el mundo sin acceso a agua potable. Si bien estos datos de expansión de la cobertura son esperanzadores, hay que tener en cuenta que no incluyen aspectos como la calidad del agua servida. Las consecuencias sobre la salud del agua no potable son graves, estando relacionada con la transmisión de parásitos, virus y bacterias. Cada año se dan en el mundo 4.000 millones de casos de diarrea, que causan la muerte de 1,8 millones de personas, siendo el 90 por ciento de ellos niños y niñas menores de cinco años (UNICEF-OMS). Cuatro niños menores de cinco años mueren cada tres minutos como consecuencia de esta enfermedad. Un agua no potable puede llegar a matar a más niños que el virus del SIDA, la malaria y el sarampión juntos.

El 16 de marzo en ONGAWA caminamos por el Derecho al Agua

Por ello, desde ONGAWA, damos un paso más en este camino, con el objetivo de uministrar agua de calidad y minimizar, cada vez más, las distancias, ahorrando tiempo y esfuerzo a las mujeres y las niñas para que puedan invertirlo en otras tareas, para que puedan dedicarlo a sí mismas y a sus familias, para que puedan acceder a la educación y formar parte en la decisión de su futuro, promoviendo así la igualdad y la no discriminación. El 16 de marzo en ONGAWA caminamos por el Derecho al Agua, para hacer el camino del agua más fácil a las mujeres que se encargan de ello. Reivindicamos el principio de la Igualdad y esto sólo es posible si los servicios básicos de todas y todos están cubiertos. Pero la existencia de una fuente no garantiza un agua potable de garantía y sin riesgo. El Derecho Humano al Agua es el derecho de cada uno a disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico. El agua tiene que ser potable y limpia puesto que es esencial para la vida, para la dignidad y la realización como personas ¿Caminas con nosotros? Enlace extraído de: http://www.iagua.es/blogs/ongawa/el-camino-del-agua?utm_source=Suscriptores+iagua&utm_campaign=b86b3efd03-&utm_medium=email&utm_term=0_8ff5bc1576-b86b3efd03-304810185